jueves, 2 de diciembre de 2010

Pequeña, fácil

Era pequeña, cualquier cosa le hacía ilusión. Si su madre le traía un libro con pegatinas, tenía entretenimiento para días.
Una piruleta en el médico, una mandarina al pasar por la frutería...Caramelos de los que dan los abuelos.
Era tan agradable caminar con su mama de la mano, ir por la calle...todo el mundo se paraba a decir lo mucho que se parecían y lo guapas que eran.
 El simple hecho de despertarse de la siesta hacía que todos sonrieran y le dijeran lo riquísima que era y lo guapa que estaba.
Las primeras frases ingeniosas o graciosas que llamaban la atención..y la reacción de los mayores ''que lista es, que graciosa, ya vereis esta niña cuando sea mayor...''
Era todo tan fácil, era todo tan divertido.
Ahora, la mayoría de la gente necesita cosas, objetos materiales para sentirse bien. Ese cariño gratuito desaparece casi por completo, desaparecen las risas por la mañana, desaparecen los descubrimientos, desaparecen las trastadas, desaparece todo lo divertido y aparecen las preocupaciones, los enfados, las responsabilidades....
A mi me encanta despertar por las mañanas y ver que mi madre me trae un zumo de naranja y me da los buenos días, me gusta ver a mi abuela y que no haya un solo día en el que no me recuerde lo muchísimo que me quiere, que mi perrita Greta me persiga por todas partes y necesite tocarme con alguna parte de su pequeño cuerpo para poder dormir. Sentirse querido es esencial. Sentirnos útiles, sentirnos seguros, sentirnos BIEN.
Es sencillo hacerlo, con cuatro años podíamos.  ¿Por qué ahora no?

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