lunes, 1 de agosto de 2011

Canaletto de Leganés, emperador ''italiano'' o cómo no tratar a una clienta.


Hoy lunes 1 de agosto, he ido a comer por ahí.
Tras una larga discusión acerca de el lugar al que ir, hemos decidido ir al Canaletto, un restaurante de Leganés supuestamente italiano.
Sabíamos que no era un lugar con mucha calidad, pero para un lunes  podía valer.
Pedimos el menú, de primero un risotto , más o menos insípido pero que se podía tragar.
Lo mejor ha sido el segundo plato. Tonta de mí, o temeraria, por atreverme a pedir emperador un lunes, un emperador con langostinos (DOS), la presentación no estaba mal, pero al cortar, el color ya no era el que debía tener un emperador, era así como rosado y con grumos, tras buscar una explicación a este suceso decido probarlo, su sabor amargo, desagradable y su textura parecida a la de las huevas de salmón me hacen devolver discretamente el pescado a mi servilleta.
Tras unos diez minutos esperando a que me atendieran, se acerca una camarera a la cual le digo que ese pescado es imposible de tragar, ella me dice que no hay nadie que se haya quejado en todos los menús, me extraña.
Se acerca un hombre que por su vestimenta parece ser el jefe, me dice que ese pescado esta bueno, que si no me gusta, vale, pero que no diga que está malo; yo, que me siento incomprendida le digo que por favor lo pruebe, él me dice que lo ha probado, que es lo que ha comido hoy ( a las dos de la tarde ya había comido el dueño del restaurante?…) y que está fresquísimo. Yo le digo educadamente que le comprendo, que es difícil que un pescado aguante hasta el lunes, que yo trabajo también en una cocina y sé cómo va el asunto y él muy indignado me responde que lleva cincuenta años en la profesión y que el problema será de mi pescadero (¿??????), yo le comento, que al ser ayer domingo es complicado que haya podido hacer un pedido de pescado pero él me dice que no, aunque no me deja claro en ningún momento que el pescado haya sido pedido hoy lunes.
Después de esta absurda discusión y sin haber escuchado ni unas simples disculpas, el señor se retira con mucha “dignidad”.
Casualmente llega una familia, se sienta en la mesa contigua, pide menú y la mujer decide pedir emperador, la cara del jefe es un poema, dice entre dientes ‘’emperador no me queda.’’, muy bajito para que no podamos escucharlo, pero no lo consigue, no podemos retener la risa.
¿Qué le costaba pedir perdón, ser un poco lógico y dejar el orgullo para otro momento?
Porque yo no pienso volver.

3 comentarios:

  1. Son unos desgraciaos publicalo en los foros .

    ResponderEliminar
  2. suscribo el comentario de alber
    desgraciadamente esta gente son cortos de vista profesionales y ademas funcionan con el principio de
    "si cuela, cuela"
    pero para ellos

    ResponderEliminar
  3. Ese hombre va sembrando "simpatías" allá donde va. Nunca había leído esta opinión pero, estoy totalmente de acuerdo con vosotros.

    ResponderEliminar